24 años
celebrando la vida ... Hasta que la muerte nos separe!
21 de octubre, en esta fecha en 1992 en
Houston, TX., me informaron que era VIH +, seguido de un abrazo de mi médico,
después de un momento nos sentamos, él
procedió a decirme que debería poner mi vida en orden ya que mi prospecto de
vida era de dos a tres años. Me informo que el único medicamento disponible
aunque muy tóxico, era el AZT, mis
células T eran 664, y me dio mi primera receta con instrucciones de empezar a
tomarla lo antes posible. Fui a mi carro, me senté y empecé a llorar.
Recuerdo sentir un absoluto e inmenso vacío, sólo veía las imágenes de mis amigos y ex pareja que estaban pasando por lo
mismo, y los rostros de los que habían empezado el tratamiento y su deterioro rápido de salud, los que hace un
año a seis meses anteriores estaban bien y ahora estaban en una cama de
hospital esperando la muerte o y habían fallecido. La forma en que fueron rechazados
por sus familias y, en algunos casos,
sus familias no nos permitían a "los amigos homosexuales" visitarlos o ir a sus funerales.
En realidad la noticia como tal, no me sorprendió,
dado a la realidad de mi vida, me había
mudado a Nueva York en 1980, y luego a Los Ángeles en 1981 y Houston 1983 y era
un joven en el mejor momento de su vida, que trabaja para una aerolínea,
viajaba y disfrutaba la vida a lo máximo.
Lo que me
asustó más fueron las imágenes, el sufrimiento, el estigma, el rechazo, mi
familia y cómo iba a manejar mi vida de este momento en adelante, ¿cuánto tiempo
realmente me quedaba de vida? Salí del
estacionamiento mi coche y me fui a buscar mi receta lleno de mucho miedo.
Una semana
después de empezar a tomar AZT en dosis fuertes, me encontré tirado en la cama,
sintiéndome horrible, no podía retener
alimentos, no tenía la fuerza para
levantarme y no podía ir a trabajar. De
vuelta en mi cabeza volvieron todas las imágenes y todo lo que podía pensar era en los amigos y
las historias de muchos que al igual que
yo estaban sanos un día y después de tomar el AZT su salud comenzaba a deteriorarse y morían. En ese momento decidí dejar de tomar el medicamento. A los pocos días me empecé a sentirme mejor, la
fuerza estaba regresando y ya era capaz de reanudar mi vida.
Volví a mi
doctor con el medicamento y le dije que no lo iba a tomar más, su respuesta
fue: "Si no vas a seguir mis instrucciones no puedo ser responsable de su
salud y no puedes ser mi paciente" Le di las gracias y salí de su oficina.
Creo firmemente que ese momento, esa decisión, me salvó la vida. Hoy en día, 24
años después estoy muy agradecido por esa decisión. Ha sido un viaje increíble
de Felicidad, tristeza, Alegría, dolor, frustración, Aceptación,
Sobriedad, enfermedad y Salud ..... hasta que la muerte nos separe!